sábado, 25 de julio de 2009

proyecto arpa

Un proyecto supersecreto de Estados Unidos quedó al descubierto recientemente con la ocurrencia de la primera aurora boreal artificial. Su objetivo es manipular el clima con fines militares y está en fase de puesta en explotación

Hace apenas unas semanas la prestigiosa revista científica Nature publicaba que en marzo de 2004, por accidente, científicos norteamericanos crearon sin pretenderlo una aurora boreal artificial a cien kilómetros de altitud, que fue apreciable a simple vista.

Sin embargo, no era tan casual o accidental el hecho. Lo que parece una curiosidad científica se trata de un error de experimentación, que forma parte de un programa ultrasecreto de las fuerzas militares de Estados Unidos.

Con el nombre clave de HAARP (conocido como ARPA en español) especialistas del Pentágono han estado desarrollando desde principios de la década del 90 del siglo pasado el High Frequency Active Auroral Research Program, destinado al estudio de la interferencia de comunicaciones de todo tipo y a la modificación de la ionosfera para manipular el clima con fines militares.


Es algo Peligroso

Lo más peligroso de todo esto es que los científicos aseguran que ningún experimento sería totalmente seguro. La ionosfera que se pretende manipular es un continuum de varias capas muy delicadas y superpuestas, y si una de ellas se pincha o toca un foco de calor, aunque sea minúsculo, estalla y desaparece, con consecuencias imprevisibles.

Expertos como David Yarrow consideran que el foco HAARP actúa como un cuchillo de microondas, ya que al girar la Tierra dentro de una ionosfera fija, su alteración abre una incisión irreparable.

Sería, dice, como una tela de araña inmensa, en la que la ligerísima vibración que se produciría al atrapar una víctima en su extremo alertaría a toda la tela e incluso a la propia araña.

Los efectos de este peligroso programa aún están en estudio. Incluso, solo a nivel de muy entendidos en la materia se discuten sus verdaderas complicaciones y el impacto decisivo que pudiera tener en fenómenos globales como el calentamiento planetario o los sistemas climáticos.

Lo que sí se ha demostrado es que las viejas pretensiones imperiales de dominar el mundo no paran mientes ante nada y HAARP es la mejor evidencia. Un informe del Parlamento ruso de 2002 denunciaba que la Air Force planeaba probar cómo funcionaba el proyecto en Alaska, Groenlandia y Noruega y quizá más allá, y advertía que el mismo estaba fuera del control de cualquier organismo internacional.

Pocos años antes un memorando secreto de la US Air Force especulaba que para el 2025 la capacidad de manipular el clima sería un hecho. Pero la aurora boreal ha dejado al descubierto que la fecha es espeluznantemente más cercana. Para el 2006 el campo de antenas de HAARP estará ya en pleno funcionamiento. ¿Qué pasará entonces?

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